martes, 4 de mayo de 2010

SICARIOS CONTRA REVOLUCIONARIOS

En entrevista, la guerrilla con mayor
presencia en Guerrero confirma enfrentamientos y disputas de
territorios con bandas del narcotráfico, a las cuales identifica como
“agentes clandestinos” del gobierno mexicano. Señala que Los Pelones
–­del cártel del Chapo Guzmán– y Los Zetas –asociados a los
Beltrán Leyva– realizan labores de contrainsurgencia en el estado.
Hacen “las tareas sucias en contra de aquellos que se inconforman y
organizan”
La Dirección Nacionaldel Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) confirma a Contralínea que columnas guerrilleras erpistas han sostenido en los últimos meses
enfrentamientos con el Ejército Mexicano, pero también, y en mayor
número, con sicarios del narcotráfico, principalmente del cártel de
Sinaloa. Además, reivindica la “sanción vital” ejercida contra más de
50 narcoparamilitares de tres regiones de Guerrero: Tierra Caliente, Costa Grande y Costa Chica.
Dice que los cárteles del narcotráfico fungen como agentes contrainsurgentes en Guerrero y que tienen el encargo de hacer el trabajo sucio al gobierno mexicano. Señala que luego de la escisión de Arturo y
Alberto Beltrán Leyva de la organización de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo,
y de la alianza de estos hermanos con el cártel del Golfo, Los Zetas
también han comenzado a ejercer violencia contra luchadores sociales.
La dirección del ERPI reconoce
el enfrentamiento con un grupo paramilitar contrainsurgente en Las
Mesas de Guayabo, Ajuchitlán del Progreso, en la Tierra Caliente; la
emboscada contra policías municipales de Coyuca de Catalán; la ejecución de un individuo apodado la Zorra, a quien identifica como narcoparamilitar, y el enfrentamiento con el Ejército Mexicano cerca de Las Ollas, Coyuca de Catalán.
El choque en Las Mesas habría
ocurrido el 10 de junio de 2007 entre el ERPI y un grupo paramilitar
contrainsurgente que habría encabezado Daniel Mercado Serrano, asegura
la Dirección Nacional del ERPI. La emboscada contra policías de Coyuca
de Catalán habría tenido lugar el 9 de junio de 2007, de acuerdo con
una nota de Rolando Aguilar, publicada ese mismo día en la página
electrónica del diario Excélsior. La Zorra fue el apodo de un narcoparamilitar al que el ERPI señala como responsable de quemar vivos “a tres
compañeros en los llanos de Petatlán”, de los cuales “seguimos sin
conocer el paradero de sus cuerpos”. Y el enfrentamiento con militares
en Puerto las Ollas habría tenido lugar el 9 de junio pasado.
Sin embargo, el ERPI señala que
ha realizado más “acciones revolucionarias” de las que no da cuenta
“por razones de seguridad para nuestra organización”. Y agrega: “Baste
decir que en los últimos años se ha ejercido sanción vital contra más
de 50 narcoparamilitares”.
Asegura que todos los
enfrentamientos sostenidos en los últimos meses son contra el cártel de
Sinaloa, “incluidos (los sostenidos con el) Ejército federal, porque
muchos oficiales están en la nómina de los narcotraficantes y a sus
órdenes”. Dice que quien en Guerrero ejecuta las órdenes directas de
los narcotraficantes Joaquín Guzmán, el Chapo; Ismael Zambada, el Mayo; e Ignacio Coronel, el Nacho,
es Rogaciano Alva Álvarez, antiguo cacique de Petatlán, expresidente
municipal de la misma demarcación y dirigente de la Unión Ganadera
Regional de Guerrero hasta que pasó a la clandestinidad, luego de dos
atentados contra su vida y del asesinato de dos de sus hijos y el
secuestro de su hija. También señala a Érit Montúfar, director de la
Policía Investigadora Ministerial del Estado y al propio gobernador
Zeferino Torreblanca Galindo.
De Los Zetas, afirma que han
empezado a cometer crímenes contra luchadores sociales de varias
comunidades, “aunque a menor escala” que el cártel de Sinaloa. Al
respecto, el ERPI abunda:
—Preferimos tener la prudencia
suficiente hasta que ellos (Los Zetas) se manifiesten, y guardar las
hostilidades necesarias para cada caso. No queremos una guerra contra
los cárteles, pero de ninguna manera la vamos a rehuir si se hace
necesario; no hay miedo ni incapacidad.
La Dirección Nacionaldel ERPI se disculpa por no detallar las zonas donde operan los
cárteles del narcotráfico ni referir a través de quiénes lo hacen:
“Esos datos los reservamos como inteligencia táctica propia”.
Sin embargo, asegura que la
guerrilla ha expulsado a narcotraficantes de zonas que anteriormente
controlaban y que en los enfrentamientos de los últimos años las
columnas guerrilleras han derrotado los narcoparamilitares, a quienes, según el ERPI, “les falta lo mero principal”.
Considera que los sicarios sólo
se envalentonan mediante el consumo de drogas y “la protección
policiaco-militar”. Afirma que los recursos del narcotráfico se
enfrentan contra “la información y colaboración clandestina de nuestro
pueblo insurgente; y esto a decir de los propios sicarios ya pasados a
mejor vida”.
—Al menos a nosotros no nos han arrojado granadas, pero sus AK-47 (fusiles de asalto conocidos en México como cuernos de chivo) disparan las mismas balas y a la misma velocidad que nuestras armas, sólo que las nuestras llevan dignidad y justicia.
El ERPI fue creado en los
primeros días de 1998. Nació como escisión del Ejército Popular
Revolucionario (EPR). Las columnas guerrerenses más importantes se
desprendieron del EPR por diferencias “metodológicas, de táctica y
estrategia, y de concepciones y de visión”, explica el ERPI en su
página electrónica. Hasta su captura el 19 de octubre de 1999, Jacobo
Silva Nogales, el comandante Antonio, integrante de la Dirección Nacional, era su máximo líder.
Luego de un repliegue, las
“acciones revolucionarias” del ERPI reiniciaron en la segunda mitad de
2000. Se incrementaron hasta que, en 2007, el grupo guerrillero pasó a
una franca ofensiva en regiones como Tierra Caliente, Costa Grande,
Costa Chica y Montaña, donde comenzó a desplazar a los cárteles del
narcotráfico y a bandas de talamontes.
Los grupos del crimen
organizado “son utilizados como agentes orgánicos clandestinos” del
gobierno. “No están reconocidos pero tienen una función
contrainsurgente; son los agentes materiales del Estado mexicano
encargados de hacer las tareas sucias en contra de aquellos que se inconformen y se organicen contra las propias formas estructurales del Estado mafioso mexicano”.
Para el ERPI, todos los
partidos políticos, los funcionarios, las policías y el Ejército
Mexicano están coludidos, en distintos niveles, con la delincuencia
organizada. Por ello, afirman, no hay una real persecución contra el
narcotráfico pero sí una utilización de esos grupos en las políticas
contrainsurgentes.
—Actualmente se ha
intensificado la contrainsurgencia. La delincuencia organizada no puede
funcionar ni sostenerse sin la complicidad de redes corruptas toleradas
y privilegiadas por el Estado. Numerosos militares, retirados y en
activo, con el beneplácito del gobierno, patrocinan grupos
paramilitares y participan en ellos. Emplean tácticas de
contrainsurgencia aprendidas en programas militares imperialistas, con
los objetivos de reducir a cárteles enemigos y de aterrorizar a los
movimientos populares alternativos al capitalismo. Y luego estos
agentes contrainsurgentes son ascendidos y mejor remunerados.
Para el grupo guerrillero,
ejemplos de ello son el general Juan Alfredo Oropeza Garnica (quien se
graduó en 1971 en operaciones contrainsurgentes en la Escuela de las
Américas y combatió al EPR y al ERPI de 1997 a 1999, cuando fue
comandante de la 27 zona militar, con sede en Acapulco, Guerrero) y
Érit Montúfar Mendoza (actual director de la Policía Investigadora
Ministerial del estado).
Lamenta la incorporación de
jóvenes a “la esfera inhumana” del narcotráfico: “Ante la crisis
económica y la falta de oportunidades de empleo, los jóvenes son
fácilmente reclutados para ser madrinas, vendedores de droga, informantes del Ejército y sicarios”.
Finalmente, en entrevista con Contralínea,
la Dirección Nacional del ERPI condena lo que considera el
reforzamiento e intensificación de las “acciones de contención y
abierta destrucción de las propuestas populares autónomas,
participativas y de defensa de espacios y territorios, como las
manifestadas en Ostula, Michoacán; Ayutla y Tierra Caliente, Guerrero,
y en las zonas zapatistas de Chiapas”. Pero también en Candelaria,
Campeche.
Con ello, “se demuestra que la
doctrina y la práctica de la ‘guerra preventiva’ está orientada hacia
donde la gente ya está organizada y comienza a defender lo suyo”.
—Con la represión y la
agresión, el Estado no sólo busca que caigan luchadores sociales, sino
que se interrumpan y se eliminen los procesos populares de
organización, construcción de resistencias, autonomías y formas de
gobiernos populares. Pero el movimiento popular no nada más es víctima:
está tomando su papel activo de sujeto de cambio.

¿Qué haremos nosotros?

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